LUNES 8:00 HS.
Me despierto con el ruido estridente que hace la puerta de entrada cuando la cierran de golpe. Cuando me despabilo, me doy cuenta que era mi mamá yéndose a trabajar, lo que significa que se olvidó de despertarme como le pedí.
Irritada, me levanto rápido de la cama y entro al baño a prepararme. Abro la canilla para lavarme la cara y el sonido del agua cayendo me da ganas de hacer pis.
De repente, me sobresalto por el ruido de un pájaro que suena muy parecido a la bocina de mi teléfono (suele despertarme cada tanto). Nerviosa porque estoy llegando muy tarde a encontrarme con mi papá en la oficina y espero la llamada de reprimenda en cualquier momento.
Aprieto el botón del inodoro y, no se porqué, me acuerdo de que no me puse los lentes de contacto.
Salgo del baño y con las ojotas piso algo que hace un ruido extraño. Miro al suelo y veo que mi perra tiró una planta y la tierra está desparramada. Furiosa, le pego un grito. –Parece que todo me pasa a mi esta mañana-, pienso. Siento el ruido de las uñitas contra el mosaico cuando se va corriendo asustada y me da un poco de culpa. Pobre, me levanté cruzada y me zarpé.
Voy a la cocina, quiero prender la tele para ver la temperatura. Agarro el control y aprieto el botoncito rojo. No pasa nada. El silencio me desconcierta. Me asomo y veo que está desenchufado, me olvidé que yo misma le había sacado el adaptador la noche anterior para usar la plancha.
La enchufo y prendo. Pongo un canal de música. Guasones, Todavía. Me levanta el ánimo, subo el volumen y preparo la mochila para irme.
Suena el teléfono. Se me sube el corazón a la garganta. Pongo mudo el televisor y atiendo.
La voz suave de mi viejo me tranquiliza. Zafé pienso. Que vaya más tarde que todavía no llegó. Corto, alegre y pienso que tengo el tiempo justo para cargar el mp3.
Prendo la comp. Y voy para la cocina. Paso por la puerta del baño y escucho como pierde una canilla. Me causa gracia en cierta forma, toda la mañana del sábado cambiando los cueritos para nada.
Escucho el tintineo de la computadora, buenísimo, ya está lista. Agarro los mp3 del estante, me doy vuelta y un ruido fuerte me indica que se cayeron un par de cd´s de la pila. Con una mezcla entre bronca (eso me pasa por apurada) y miedo (que no sean los originales de los beatles que están debajo de los mp3) me doy vuelta. No, cd´s viejos de mi hermana.
Enchufo el mp3 en la computadora y al cuarto cd salta el cartelito con un TIN! (está lleno el disco). Eso si que me pone muy nerviosa.
Sigo probando y sigue saltando ese ruidito. Cada vez más nerviosa. No hay caso, lo desenchufo enojadísima.
Agarro la mochila, meto el mp3, agarro la llave que me tintinea en las manos. Eso me hace acordar a las monedas. Me fijo si tengo para el colectivo. Si, me voy.
Cierro la puerta, salgo y cuando paso por la reja de la casa de la vecina me saltan sus dos perritos histéricos con sus ladridos insoportables. Me asusto muchísimo y pego un salto. La vecina que está barriendo se rie y me pregunta si me asusté.
Llego a la esquina y escucho ruido de vehículo pesado, corro segura que es mi colectivo. Lo veo que viene en la mitad de cuadra. Corro mas fuerte y el ruido pesado de mis pies contra la vereda me hacen acordar hace cuanto tiempo que no hago gimnasia.
Lo alcanzo. Con las monedas cayendo en la máquina, pienso: -por fin una buena-.